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20.12.2022

Educación inclusive, la vacuna que necesita nuestro alumnado y nuestra Sociedad

En uno de sus últimos informes (Organización Mundial de la Salud, 2020), la OMS revela un preocupante incremento de los problemas mentales entre los jóvenes, concretamente, nos advierte de adolescentes que sufren, cada vez más, problemas de irritabilidad, ansiedad y depresión. Un demostrado empobrecimiento en su salud que irá aumentando a medida que los niños y niñas vayan creciendo hacia las generaciones del mañana.

Sin duda, debemos estar fallando en algo como sociedad y, aunque los sistemas educativos no pueden ser los únicos responsables que tomen medidas ante este creciente problema, debemos plantear alternativas para mejorar la salud mental de nuestro alumnado y trabajar de forma preventiva en mejorar su bienestar emocional y mental.

Mi “psicólogo” está en el recreo

En los últimos años la educación inclusiva ha demostrado ser un agente transformador del estado emocional de nuestros niños y niñas. Investigaciones en este ámbito (Morilla y Pichardo, 2017), han demostrado que la educación inclusiva tiene diferentes beneficios que van desde lo personal hasta lo social, las cuales iremos viendo a continuación.

Una posible explicación, sería una compleja red de interacciones personales entre los compañeros y compañeras, enriquecida por la diversidad en sus diferentes ámbitos: social, cultural, funcional, económica, etc.

Estoy satisfecho con mi vida

La calidad de vida infantil y adolescente ha sido y debería seguir siendo un concepto clave a la hora de emprender cambios y reformas en un sistema educativo (Shalock y Verdugo, 2017). La calidad de vida tiene un doble componente y se define tanto por aspectos objetivos como subjetivos, es decir, que si nos imaginamos a dos niños con las mismas posesiones materiales, es posible que uno esté satisfecho y feliz con ellas y el otro no.

El crecer rodeado de esta diversidad, ayuda al niño y al futuro adolescente a darse cuenta de las diferentes realidades personales y sociales que lo rodean y, que de forma más o menos consciente, se compare con ellas: familias desestructuras, diversidad funcional, precariedad económica, pobreza cultural y social, etc. Resulta sorprendente como la inclusión logra que niños y niñas con situaciones complejas y duras, tengan un grado de bienestar más alto cuando se les pregunta por su salud, su familia o sus posesiones, en comparación con sus iguales de otros colegios, donde encontramos un alumnado más homogéneo y sin este tipo de realidades tan difíciles.

Me quiero tal y como soy

La depresión es un trastorno mental asociado a la falta de interés, sentimientos de tristeza, culpa y baja autoestima. Son numerosos los trabajos que han encontrado una fuerte conexión entre tener una autoestima baja y el desarrollo de este trastorno (Paxton, Neumark-Sztainer, Hannan y Eisenberg), el cual sufrirán muchos de nuestros adolescentes, especialmente las chicas.

La educación inclusiva ha demostrado incrementar la autoestima general de estos adolescentes, pero especialmente las dimensiones de la autoestima que corresponden a tres ámbitos: el moral/ético, el social y el familiar. Los niños y niñas que han tenido la oportunidad de crecer en un colegio inclusivo, cuando llegan a este momento de su desarrollo evolutivo tan complejo, valoran, desde un punto de vista ético, sus conductas y comportamientos positivamente, se sienten más competentes y valiosos para sus compañeros y experimentan una mayor satisfacción con sus relaciones familiares y con el clima emocional de su hogar.

Me pongo en tus zapatos

Sin embargo, estos beneficios no se limitan a los aspectos personales anteriormente citados, sino que se extienden a un plano social. Posiblemente, la clave de todos estos beneficios esté muy relacionada con el hecho de que en los centros inclusivos se crezca aprendiendo a ser más empático. El ponerme en los zapatos de otros compañeros diferentes, puede propiciar ese mayor nivel de empatía. Ese proceso involuntario de compararse con el menos afortunado en un ámbito o en otro, podría ser la clave de los otros beneficios.

Estoy dispuesto a ayudar

Del mismo modo, la empatía parece ser el resorte que activaría el desarrollo de conductas prosociales (Allemand, Steiger, and Fend, 2015), es decir, de aquellos comportamientos dirigidos a ayudar a otras personas o colectivos sin esperar nada a cambio. El hecho de ser más empáticos, parece mantener a los niños y niñas más atentos a las necesidades de los demás, especialmente de aquellos que más lo necesitan y, consecuentemente, de poner en marcha esta serie de conductas para ayudarlos cuando sea preciso. En un colegio inclusivo el desarrollo de este tipo de conductas es, de forma inevitable, parte del día a día, tanto en el aula a nivel académico, como fuera de ella en un plano más asistencial o social, especialmente en los momentos de juego menos reglado donde son los niños/as los que, gracias a las herramientas aprendidas del profesorado, modifican espacios, tiempos o normas de juego para que todos puedan participar de las diferentes actividades que se van realizando.

Todos somos iguales y diferentes

El último aspecto a destacar, pero no por eso menos importante, es el grado de aceptación de personas con discapacidad. Los alumnos de los centros educativos inclusivos, no sólo aceptan la diversidad, la abrazan y se enriquecen de ella, sin ser plenamente conscientes de cómo esta cimentará en ellos, unas formas más humanas de relacionarse, de pensar y de ser.

Construyendo una sociedad diversa.

En los comienzos, la ciencia se afanó en demostrar las ventajas de la educación inclusiva para aquellos alumnos que tradicionalmente habían sido segregados, posteriormente demostró que esta inclusión no tenía ningún tipo de perjuicios para el resto de sus compañeros y hoy, sabemos que proporciona importantes beneficios en todos y cada uno de los alumnos inmersos en la diversidad.

Tras todas estas evidencias, la educación inclusiva no se ha convertido en una opción educativa, sino que es y tiene que ser el camino que andemos hacia el futuro. Si la apertura a la diversidad comenzó a propiciarse en sus orígenes gracias a la caridad de instituciones educativas particulares, hoy cuenta con un respaldo científico y una fundamentación moral, ética y legal que no dejan opción a duda de que es la única forma de educación posible. La única forma en la que, no solo haremos de nuestros jóvenes, personas más sanas y felices, sino que sembraremos las raíces de una sociedad más tolerante, concienciada y justa.

 

Para saber más
  • Allemand, M., Steiger, A, E., & Fend, H. A. (2015). Empathy Development in Adolescence Predicts Social Competencies in Adulthood. Journal of Personality, 83(2), 229-241.
  • Morilla Portela, P. & Pichardo Martínez, M.C. (2017). Benefits of educational inclusion: implications from a personal and social perspective. Editorial Académica Española.
  • World Health Organization. (2020). Spotlight on adolescent health and well-being. Findings from the 2017/2018. International report. WHO Regional Office for Europe. Copenhagen.
  • Shalock, R. L., & Verdugo, M. A. (2007). The concept of quality of life in services and supports for people with intellectual disabilities. Century Zero, 224, 21-36.
  • Paxton, S., Neumark-Sztainer, D., Hannan, P. & Eisenberg, M. (2006). Body Dissatisfaction Prospectively Predicts Depressive Mood and Low Self-Esteem in Adolescent Girls and Boys. Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, 35(4), 539-549.

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